Relaciones internacionales y conflicto con la Iglesia
En este período, Estados Unidos desplegó una fuerte estrategia para desprestigiar a los gobiernos nacionalistas populares de América Latina, acusándolos de tener influencias nazi-fascistas. Esta oposición culminó en golpes militares apoyados por EEUU que derrocaron a varios gobiernos, incluido el argentino.
Frente a la Guerra Fría, Argentina adoptó la llamada "Tercera Posición" o "no alineamiento". Perón intentó mantener neutralidad entre Estados Unidos (capitalismo) y la URSS (comunismo), restableciendo relaciones diplomáticas con la Unión Soviética para equilibrar la influencia norteamericana. Sin embargo, esta postura no funcionó como esperaba debido a la presión estadounidense y la polarización global.
La relación entre Perón y la Iglesia Católica durante su segundo gobierno fue extremadamente conflictiva. Aunque inicialmente mantenían una relación distante pero cordial, la situación empeoró cuando:
- El gobierno utilizó los textos escolares para exaltar a sus líderes por encima de contenidos católicos
- La Iglesia perdió subsidios que fueron transferidos a la Fundación Eva Perón
- Perón y Evita comenzaron a ser vistos como figuras casi sagradas en la religiosidad popular
En 1954, el distanciamiento era irreversible. Perón decidió no asistir al Quinto Congreso Eucarístico en Rosario, prefiriendo participar en una manifestación de la CGT. La tensión aumentó con:
- La sanción de una ley de divorcio
- Modificación de documentos que discriminaban a hijos naturales
- Legalización de la prostitución
- Eliminación de la obligatoriedad de la religión católica en escuelas
💡 El conflicto con la Iglesia fue determinante para el derrocamiento de Perón, ya que unió a este importante sector con militares y conservadores en su contra.
El punto crítico llegó con el bombardeo de Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, cuando un intento golpista de las Fuerzas Armadas causó cientos de muertos. En respuesta, simpatizantes peronistas incendiaron iglesias en Buenos Aires. El 31 de agosto, Perón pronunció un discurso incendiario llamando a responder "a la violencia con más violencia", lo que empeoró la situación.