Aspecto Económico: El Modelo Agroexportador

¿Alguna vez te preguntaste cómo se formó la economía argentina? Entre 1880 y 1916, Argentina desarrolló un modelo económico agroexportador centrado en la producción de carnes y cereales para el mercado internacional.

Este modelo tenía características bien definidas. Argentina se integró a la división internacional del trabajo como exportador de materias primas, mientras recibía capitales extranjeros (principalmente británicos) que llegaban como inversiones directas (frigoríficos) e indirectas (préstamos para construir ferrocarriles y puertos). Estas últimas provocaron un fuerte endeudamiento del país.

Para sostener este crecimiento, se fomentó la inmigración europea para aumentar la mano de obra y se expandió el área pampeana, que se consolidó como el centro económico del país.

💡 El modelo agroexportador no benefició a todo el país por igual: las regiones que no producían para el mercado externo tuvieron menor desarrollo y dependían económicamente del área pampeana.

Debilidades del Modelo y Comercio Exterior

El modelo agroexportador funcionaba bien cuando todo iba sobre ruedas, pero tenía serias debilidades. El crecimiento dependía de pocos productos (carnes, cereales y lana) y estaba atado a la demanda externa. Si los países compradores entraban en crisis o los precios internacionales bajaban, toda la economía argentina se tambaleaba.

Entre 1870 y 1914, el comercio exterior argentino experimentó un notable crecimiento gracias a la demanda de países como Gran Bretaña. Al mismo tiempo, aumentaron las importaciones de productos industriales y combustibles europeos, ya que Argentina no desarrolló una industria propia significativa.

El sistema financiero se organizó bajo el patrón oro internacional, y en 1891 se creó el Banco de la Nación Argentina, tras una fuerte crisis económica que había sacudido al país.

Este modelo económico generó riqueza, pero también una gran dependencia externa que hacía vulnerable a la economía argentina ante cualquier cambio en el contexto internacional.

Ferrocarril, Ganadería y Agricultura

El ferrocarril fue clave para el desarrollo del modelo agroexportador. Su expansión permitió incorporar más tierras a la producción y facilitó el surgimiento de nuevos pueblos. Sin embargo, la mayor parte de la red ferroviaria se concentró en la región pampeana, conectándola con los puertos para la exportación.

La ganadería atravesó importantes transformaciones. Primero predominó la ganadería ovina para la producción de lana, pero luego ganó importancia el ganado vacuno. La exportación de carne evolucionó desde los animales vivos hacia la carne congelada y, finalmente, la carne enfriada, que requería mejor calidad de animales.

Esto generó una división entre criadores (que criaban el ganado desde su nacimiento) e invernadores (que engordaban al ganado antes de enviarlo al frigorífico), siendo estos últimos quienes obtenían mayores ganancias.

🐄 La mejora en la calidad de la carne argentina para exportación llevó al desarrollo de razas especializadas y transformó completamente el paisaje rural de la pampa.

Agricultura e Industrias Regionales

La incorporación de nuevas tierras y la expansión del ferrocarril provocaron un impresionante aumento de la agricultura. La producción cerealera creció notablemente, con Santa Fe convirtiéndose en el principal productor de trigo, mientras Buenos Aires combinaba la ganadería con el cultivo de maíz.

Surgieron las estancias mixtas que combinaban ambas actividades, transformando el paisaje rural a fines del siglo XIX y principios del XX.

Las industrias que se desarrollaron fueron principalmente derivadas de la producción primaria: frigoríficos que procesaban la carne para exportación, aceiteras, molinos y bodegas. El aumento de población en Buenos Aires también estimuló el surgimiento de empresas fabriles a partir de 1880.

Los sectores de mayor desarrollo fueron los de alimentos y textiles, con empresas como las comercializadoras de granos, Alpargatas, Quilmes, Bagley, Terrabusi y Canale, muchas de las cuales todavía existen hoy. Estas industrias surgieron para satisfacer la demanda interna y procesar los productos del campo.

Inmigración y Transformaciones Urbanas

La Constitución de 1853 ya reflejaba el interés por atraer inmigrantes para poblar un territorio con pocos habitantes. La Ley Avellaneda (1876) fomentó la inmigración y colonización del territorio, pero la afluencia masiva se produjo a partir de 1880.

¿Qué provocó esta llegada masiva? Las mejoras en la navegación abarataron los pasajes, las políticas oficiales ofrecían beneficios (pago de pasajes, alojamiento) y las complicaciones en Europa (desocupación, guerras, hambre) empujaron a muchos a emigrar. La mayoría de los inmigrantes fueron españoles e italianos.

El aumento de población en la región pampeana provocó una notable modernización urbana. Se construyeron plazas, avenidas y espacios para socializar. Aparecieron el tranvía y los primeros taxis.

La sociedad se dividió claramente en clases sociales. La clase alta estaba constituida por terratenientes, comerciantes e industriales con gran influencia parisina, que frecuentaban el Jockey Club y veraneaban en Mar del Plata o Tigre.

🏙️ La transformación urbana fue tan profunda que ciudades como Buenos Aires pasaron de ser grandes aldeas a convertirse en metrópolis cosmopolitas en pocas décadas.

Formación de las Clases Sociales

El crecimiento económico y la inmigración transformaron la sociedad argentina, creando una estructura de clases sociales bien definida.

La clase media surgió gracias a la concentración de población en zonas urbanas y la creciente demanda de bienes y servicios. Tenía una composición heterogénea: dueños de talleres, comerciantes pequeños, empleados públicos y profesionales. Como consecuencia de la expansión económica, estos grupos experimentaron movilidad social ascendente, pudiendo mejorar su posición económica y social.

La clase obrera estaba formada por trabajadores asalariados en las nuevas industrias. Su situación era muy precaria debido a los bajos salarios, la falta de viviendas adecuadas y la inexistencia de leyes laborales que los protegieran.

A fines del siglo XIX, comenzó a organizarse el movimiento obrero con la creación de sindicatos, sociedades de resistencia mutua y periódicos. En estas organizaciones predominaron las ideas anarquistas y socialistas, que buscaban mejorar las condiciones de vida de los trabajadores a través de distintas estrategias.

Urbanización y Configuración Social

El crecimiento de las ciudades se relacionó directamente con la llegada masiva de inmigrantes, que transformaron el paisaje urbano argentino entre 1880 y 1916.

La sociedad argentina se configuró en clases bien diferenciadas, tanto en el campo como en la ciudad. La clase alta estaba formada por terratenientes y dueños de industrias. La clase media tenía una composición heterogénea: comerciantes minoristas, empleados públicos y profesionales que gozaban de movilidad social ascendente. La clase baja incluía jornaleros y obreros con condiciones precarias.

Las principales ciudades (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) vivieron un proceso de modernización. Para alejarse de las clases populares y de las zonas afectadas por epidemias, la clase alta se trasladó desde Monserrat hacia el norte (Recoleta), donde construyó lujosas mansiones.

🏠 Los inmigrantes de las clases populares vivían en habitaciones alquiladas o en viviendas colectivas llamadas conventillos, donde las condiciones de vida eran insalubres y el hacinamiento, la norma cotidiana.

Condiciones Laborales y Movimiento Obrero

Los trabajadores asalariados estaban sometidos a situaciones de gran inestabilidad. Las condiciones laborales eran muy duras: jornadas largas, bajos salarios y ninguna protección legal. No existían leyes que ampararan a la clase obrera frente a los abusos.

Frente a estas malas condiciones laborales, surgieron diferentes formas de organización:

El mutualismo creó entidades de defensa y ayuda mutua entre trabajadores. A fines de 1870, aparecieron las sociedades de resistencia, que pasaron del mutualismo a las reivindicaciones laborales y realizaron las primeras huelgas.

Paralelamente, se extendieron las acciones de grupos socialistas y anarquistas que conformaron el movimiento obrero. Este movimiento buscaba mejorar las condiciones laborales y de vida de los trabajadores a través de la organización y la protesta.

Estas organizaciones obreras empezaron a preocupar seriamente a la elite gobernante, que veía en ellas una amenaza al orden social establecido y al modelo económico agroexportador.

La Cuestión Social y el Movimiento Obrero

A partir de 1870, el hacinamiento habitacional, la falta de obras públicas y las epidemias llevaron a que se atribuyeran estos problemas a los inmigrantes. La cuestión social fue el concepto que utilizó la clase alta para referirse a las consecuencias sociales derivadas de la inmigración.

Lo que más preocupaba a la elite era la capacidad de organización y protesta que desarrollaron los extranjeros frente a las malas condiciones laborales y habitacionales. Los gobiernos tomaron algunas medidas para enfrentar la cuestión sanitaria: cuarentenas, mejoras de infraestructura y planes de vacunación.

El movimiento obrero se organizó en tres tendencias principales:

El socialismo formó un partido político y rechazaba la violencia. El anarquismo pretendía eliminar el Estado, al que consideraba un instrumento de dominación capitalista; no formó un partido político, promovió la abstención electoral y el uso de la violencia. El sindicalismo, surgido a principios del siglo XX, coincidía con los anarquistas en sus críticas al Estado capitalista, reivindicó la huelga y defendió la existencia de los sindicatos.

⚠️ Para controlar al movimiento obrero, el gobierno aprobó la Ley de Residencia (1902), que permitía expulsar a extranjeros considerados peligrosos sin juicio previo.

Leyes Represivas contra el Movimiento Obrero

Ante el crecimiento del movimiento obrero, el gobierno implementó leyes para reprimir y controlar a los trabajadores organizados, especialmente a los extranjeros.

La Ley de Residencia (1902), también conocida como Ley Cané, autorizaba al Poder Ejecutivo a impedir la entrada y expulsar a extranjeros "cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público". El extranjero expulsado tenía solo tres días para salir del país, pudiendo ser detenido hasta su embarque. Esta ley permitía al gobierno acusar y castigar a extranjeros sin intervención del Poder Judicial.

Más tarde se aprobó la Ley de Defensa Social (1910), que prohibía la entrada de condenados por delitos comunes y anarquistas, requería autorización para reuniones públicas, proscribía las reuniones anarquistas y establecía penas para "delitos contra el orden social". Esta ley suspendió la libertad de imprenta, el derecho de manifestación, de asociación y de reunión.

Estas medidas represivas buscaban frenar el creciente movimiento obrero, pero no lograron detener completamente las luchas por mejores condiciones laborales y sociales.