De la monarquía constitucional a la República (1791-1794)
La revolución enfrentaba enemigos por todos lados. Muchos nobles se exiliaron buscando apoyo de otras monarquías europeas para restaurar el Antiguo Régimen, mientras el rey Luis XVI mantenía contacto secreto con ellos.
Todo empeoró cuando el rey intentó escapar de Francia en junio de 1791, pero fue capturado en Varennes. Esta traición convenció a muchos revolucionarios de que era necesario ir más allá. Los grupos más radicales, especialmente los jacobinos (liderados por Robespierre), ganaron popularidad mientras la situación se complicaba.
Francia declaró la guerra a Austria y Prusia, potencias que se oponían a la revolución. Cuando el rey vetó medidas para defender al país, el pueblo se enfureció. En agosto de 1792, la Guardia Nacional asaltó el Palacio de las Tullerías y la Asamblea suspendió al rey, convocando a una Convención Nacional que abolió la monarquía y proclamó la República.
¡Momento clave! El 21 de enero de 1793, Luis XVI fue guillotinado por traición a la patria, un punto de no retorno para la revolución.
La República se radicalizó bajo el control jacobino. Se creó el Comité de Salvación Pública, dirigido por Robespierre, que concentró el poder para enfrentar las crisis. Se estableció la Constitución del Año I con sufragio universal masculino, se fijaron precios máximos para alimentos y se creó un nuevo calendario revolucionario que comenzaba el 22 de septiembre de 1792, el día 1 del Año I de la República.
Para combatir a los enemigos internos, se establecieron Comités de Vigilancia y un Tribunal Revolucionario, iniciando el período conocido como el "Terror Revolucionario", durante el cual miles de personas fueron guillotinadas por ser consideradas enemigas de la revolución.