Peronismo y política social
La política económica del peronismo requería ampliar el consumo interno de productos industriales, y para eso era fundamental que los trabajadores tuvieran salarios suficientes. Al asumir Perón, gran parte de la población vivía en pobreza, por lo que modificar esta situación era prioritario tanto para el desarrollo económico como para mantener el apoyo popular.
Por ello, el gobierno acompañó su intervención económica con una intensa política social, dando origen al Estado de bienestar en Argentina. La base de esta política era el aumento del gasto social: el Estado destinaba importantes recursos a financiar servicios básicos como salud, educación y vivienda.
Además, el gobierno peronista favoreció el pleno empleo, fijó salarios mínimos y estableció precios máximos para artículos de primera necesidad. El impacto fue notable: gracias al crecimiento de la escuela pública, el acceso a educación gratuita se extendió tanto que la tasa de analfabetismo se redujo al 3% de la población.
💡 La política social también abarcaba el tiempo libre: el programa de turismo social permitió a miles de trabajadores acceder por primera vez a lugares de veraneo como Mar del Plata, tradicionalmente exclusivos para sectores acomodados.
Se establecieron colonias de vacaciones en Chapadmalal y Embalse, se abarataron pasajes de tren y ómnibus, y se subvencionaron hoteles para alojar a trabajadores y sus familias. El Estado también fomentó deportes como boxeo, básquet y automovilismo, y organizó campeonatos de fútbol.
En el diseño e implementación de esta política social tuvo un papel fundamental María Eva Duarte de Perón. Además de impulsar el voto femenino (1947) y crear el Partido Peronista Femenino (1949), Eva dirigió personalmente la Fundación Eva Perón, creada en 1948.
Esta institución desarrolló una extensa acción social: atendía pedidos individuales, construía hogares para niños y ancianos, edificaba hogares de tránsito para mujeres trabajadoras, policlínicos, colonias de vacaciones y ciudades estudiantiles. Su impacto fue tal que Eva comenzó a ser llamada cariñosamente "Evita" y conocida como "la abanderada de los humildes".
El ascenso del liderazgo de Evita la llevó a ser propuesta como candidata a vicepresidente en 1951, pero la presión militar y su enfermedad la obligaron a renunciar. Falleció el 26 de julio de 1952, en medio de una conmoción popular sin precedentes.