La Convertibilidad y sus Consecuencias
Cuando Domingo Cavallo asumió como ministro de Economía en 1991, la situación era crítica. Su gran apuesta fue la Ley de Convertibilidad estableció que un dólar equivalía a un peso y prohibió al poder ejecutivo modificar esta paridad o emitir moneda por encima de las reservas. Complementó esta medida con una reducción general de aranceles, concretando la apertura económica.
Los resultados iniciales fueron sorprendentes terminó la huida hacia el dólar, regresaron capitales emigrados, bajaron las tasas de interés, cayó la inflación, hubo una rápida reactivación económica y mejoró la recaudación fiscal. Además, el Plan Brady, promovido desde EE.UU., ayudó a reducir la deuda externa.
Entre 1991 y 1994, Argentina vivió lo que se conoce como "los años dorados" del menemismo. El producto bruto creció, se expandió el consumo, y el Estado mejoró su recaudación. Sin embargo, también aparecieron aspectos negativos el desempleo aumentó dramáticamente y las empresas que competían con productos importados tuvieron que reducir costos o cerrar.
Mientras tanto, Menem consolidaba su poder político. Cuando el Congreso comenzaba a cuestionar algunas iniciativas, utilizaba vetos totales y parciales, y decretos de necesidad y urgencia. Incluso consideró cerrar el Congreso y gobernar por decreto. Su estilo político era personalista y ostentoso, mientras la corrupción se normalizaba en todos los niveles del gobierno.
💡 El talento político de Menem se manifestó en su capacidad para hacer que el peronismo aceptara las reformas neoliberales, algo impensable años antes.
En 1994, Menem y Alfonsín acordaron una reforma constitucional que incluía la reelección presidencial, elección directa, ballotage, reducción del mandato a cuatro años, creación del cargo de Jefe de Gabinete, entre otros cambios. Esto permitió a Menem ser reelecto en 1995.
Su segundo mandato enfrentó mayores dificultades. La crisis mexicana ("efecto Tequila") impactó en Argentina, y aunque el sistema bancario pudo salvarse y retornaron capitales, el desempleo siguió alto y la deuda externa casi se duplicó. El gobierno quedó atrapado entre cerrar las cuentas fiscales y atender los crecientes reclamos sociales.
Cavallo finalmente fue reemplazado por Roque Fernández, quien continuó el ajuste subió impuestos, redujo el número de empleados públicos, recortó presupuestos y privatizó el correo, los aeropuertos y el Banco Hipotecario Nacional. Para 1999, cuando Menem entregó el poder a Fernando de la Rúa, la deuda externa trepaba a 160 mil millones, el doble que en 1994.