Vascularización e Inervación de las Cavidades Nasales
La irrigación de las cavidades nasales depende de múltiples arterias que forman una rica red vascular:
Las arterias etmoidales (anterior y posterior), ramas de la arteria oftálmica, llegan a la lámina cribosa por los conductos etmoidales y se ramifican en la parte anterior y posterior de las cavidades nasales.
La arteria esfenopalatina, rama terminal de la arteria maxilar, atraviesa el agujero esfenopalatino y se divide en una rama medial (arteria septal) que irriga el tabique nasal, y una rama lateral que se distribuye por los cornetes y meatos.
Las arterias palatina descendente y palatina mayor (también ramas de la maxilar) irrigan respectivamente el cornete y meato nasal inferior, y la mucosa de la bóveda nasal.
Las venas siguen un recorrido paralelo a las arterias y drenan en una densa red mucosa, mientras que los vasos linfáticos desembocan en los nódulos linfáticos retrofaríngeos y profundos superiores.
La inervación sensorial está proporcionada por el nervio olfatorio (sentido del olfato) que recubre la parte superior de las paredes nasales, mientras que la sensibilidad general depende del ganglio pterigopalatino y los nervios nasopalatino, pterigopalatino y palatino mayor.
💡 La rica vascularización de la mucosa nasal es fundamental para calentar el aire inspirado, pero también explica la frecuencia de epistaxis (sangrados nasales), especialmente en la zona anterior del tabique donde se forma el plexo de Kiesselbach.
Este complejo sistema vascular y nervioso permite que la nariz funcione tanto como órgano sensorial como primera línea de defensa respiratoria.